Tras los pasos de la sostenibilidad
Por Mariam Ludim Rosa Vélez
mariamludim@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 22 de junio de 2007

Su aroma especial prepara el paladar para la energizante experiencia: la hora del café. Mientras el consumidor degusta su tradicional taza de café hay un grupo de científicos, agricultores y expertos que busca la forma de que este cultivo también aporte a la biodiversidad agrícola.

Precisamente, este tema se discutió en el foro Café sostenible en Puerto Rico que organizó el doctor Eduardo C. Schröder del Colegio de Ciencias Agrícolas (CCA) del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) en colaboración con la división de investigación y educación en agricultura sostenible del departamento de Agricultura Federal (USDA-SARE, por sus siglas en inglés) y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS).

“Este tipo de actividad es muy importante porque los que tenemos muchos años en la agricultura hemos visto cómo se ha transformado el cultivo de café, primero de alta producción hacia otro enfoque para ser más armonioso con el ambiente. Eso es lo que estamos buscando, sustentabilidad de la industria”, sostuvo el doctor John Fernández Van Cleve, decano y director del CCA al inicio del foro.

Destacó la importancia de dejar a futuras generaciones una “agricultura cónsona con el ambiente”. “Tenemos una responsabilidad fuerte porque lo que heredamos de nuestros antecesores no fue bueno… ahora tenemos que dejar otro legado con otro propósito”, reiteró.

De hecho, la doctora Julia M. O’ Hallorans de la Estación Experimental Agrícola (EEA) del RUM definió el café sostenible como un “café producido de manera sana y saludable para el ambiente”.

Agregó que la producción de café sostenible incluye las prácticas de siembra bajo sombra, reducción o eliminación de los controles químicos así como maximizar la utilización de los recursos que genera la finca, entre otras.

“La idea es combinar los objetivos ambientales con los objetivos económicos, demostrando el funcionamiento de la biodiversidad”, sostuvo, por su parte, la doctora Ivette Perfecto de la Universidad de Michigan.

A juicio de Leopoldo Miranda Castro del USFWS “el desarrollo sostenible de la industria del café en la Isla es vital no solo para la economía del País si no que también es vital para la protección de los recursos naturales de la Isla”.


¿Es sostenible la caficultura en Puerto Rico?

El cultivo del café ha experimentado una transformación hacia “la ruta de sostenibilidad”. Así lo explicó el profesor Miguel Monroig Inglés, especialista retirado del Servicio de Extensión Agrícola (SEA) del RUM.

Durante su ponencia el experto en café hizo un recuento histórico sobre el desarrollo de este sector en el País. “El café se introdujo en Puerto Rico en 1736. A pesar de todos los cambios económicos, sociales y tecnológicos que han sucedido en la Isla a través de más de 250 años el café se ha mantenido como una de las empresas más importantes”, puntualizó.

Añadió que en términos comerciales la producción comenzó en 1755 y hasta 1959 se realizó el cultivo tradicional. Según explicó, durante ese periodo se utilizaba alta densidad de sombra y muy pocos fertilizantes y plaguicidas. Indicó que aunque las plantaciones eran desorganizadas y los rendimientos bajos, se producía un café de alta calidad. “Una época de gloria y de fama de nuestro café en el mercado internacional”, manifestó.

Recordó que desde el 1960 hasta el 1993 la industria se caracterizó por el cultivo intensivo y moderno cuyo fin era aumentar la producción y el rendimiento del café por cuerda. “Con ese propósito se utilizó maquinaria pesada para el desmonte así como la aplicación de abonos químicos sintéticos y plaguicidas de forma intensiva para obtener altas producciones del grano sin considerar los posibles daños al suelo, el agua y al bosque deteriorando así una zona frágil de nuestra pequeña Isla”, enfatizó.

Monroig Inglés agregó que algunas posibles consecuencias de estas prácticas fueron contaminación a los cuerpos de agua, sedimentación de los embalses, daños al paisaje así como a la flora y la fauna por la quema, entre otros.

Mencionó que en 1994 el SEA inició un programa de desarrollo sustentable con el fin de optimizar la producción del café con prácticas más amigables al ambiente. Las recomendaciones que divulgó la agencia fueron: reducir el uso de plaguicidas, mejorar los sistemas de beneficiado y la disposición de los productos del café, desmonte parcial no total, no utilizar maquinarias para limpieza del terreno y la siembra con sombra, entre otros.

“Luego de 10 años de labor educativa, investigación científica y los cambios realizados a los programas de incentivos gubernamentales, ha aumentado favorablemente la adopción de nuevas prácticas sustentables entre los caficultores y los procesadores de café”, señaló.

Actualmente la producción de café sostiene de forma directa e indirecta a más de 200 mil residentes de la zona cafetalera ubicada en el centro del Isla, explicó, por su parte, la profesora Carmen Álamo, catedrática asociada en Economía Agrícola del CCA.

La catedrática resaltó la importancia socioeconómica y ambiental del café. “Evita el éxodo de la población rural a las áreas urbanas, el café como bosque secundario preserva el ambiente; y la cuenca hidrográfica en la zona central cafetalera nace en los acuíferos que suplen el agua de consumo humano agrícola. El agua que se toma en San Juan a través del súper tubo, la que nos tomamos en Lajas que suple el sistema de riego nace en la zona del café”, sostuvo.


La experiencia de Mesoamérica

Al igual que en Puerto Rico, en Mesoamérica -compuesta por la región centro-sureste de México y la zona norte de Centroamérica- en la década de los 80 se intensificó la producción del café lo que tuvo un impacto negativo en el ambiente, explicó la doctora Perfecto.

La catedrática puertorriqueña radicada en Michigan ha participado en varios estudios científicos que documentan la importancia de los cafetales con sombra para la flora, fauna y otros organismos.

Explicó que en los cafetales con sombra de Mesoamérica abundan las hormigas y que las investigaciones confirman que éstas son depredadores de la plaga que más ataca al café: un insecto llamado broca.

“¿Para qué yo quiero tener tantas hormigas si lo que hacen es que me molestan? Una combinación de diferentes hormigas también es importante. Hay hormigas pequeñitas que entran al fruto y se llevan las larvas y los huevos de la broca. Las hay más grandes que depredan la broca en el suelo”, dijo la científica.

Por otro lado, mencionó que también las aves tienen un “efecto positivo en el café”. “En los cafetales con sombra diversa las aves tienen una capacidad de amortiguar los brotes de plagas”, sentenció.

“Los objetivos de producción no tienen que estar en oposición a los objetivos de conservación, pueden estar en armonía y beneficiarse los unos con los otros”, concluyó.


En Puerto Rico durante el año fiscal 2004-2005 el cultivo de café a nivel de la finca generó un ingreso de $33.882 millones.


La producción local de café para el año 2004-2005 fue de 175,000 quintales.


El café se cultiva en Puerto Rico hace más de 250 años.


Desde la década de los noventa el SEA lleva a cabo un programa de desarrollo sustentable del café.


El profesor Miguel Monroig del SEA.


En Puerto Rico el cultivo y elaboración del café es muy importante para el desarrollo socio-económico y ambiental de la zona montañosa.

Fotos suministradas