viernes, 8 de julio de 2011
Una invitada especial llegó al Colegio durante este verano.
Es muy elegante, sigilosa, solitaria y sobre todo, muy sagaz. Desde mediados de junio visita diariamente el área central del cuadrángulo histórico del ya casi centenario Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Pasa horas erguida como si supiera que la observan y así ofrece su mejor pose. Así, en otras ocasiones, parece una modelo de pasarela vestida de blanco, ya que se desplaza con soltura y garbo, mas su intención primordial la logra con astucia y una calculada discreción. El estanque ubicado entre Monzón, De Diego y, De Hostos y Bonilla, sirve de banquete para la garza real, cuyas visitas están documentadas en el libro Aves del Recinto Universitario de Mayagüez, escrito por el doctor Carlos A. Delannoy Juliá en colaboración con el doctor José A. Mari Mutt, ambos catedráticos del Departamento de Biología.
La publicación electrónica, es producto de casi tres décadas de observaciones, anotaciones y recorridos por el campus de Delannoy Juliá, quien es especialista en ornitología. El texto abarca unas 69 especies que son parte de la avifauna colegial, nueve de estas, endémicas de Puerto Rico. Asimismo, el campus recibe durante el periodo migratorio aves visitantes desde Alaska y Canadá.
“La expectativa de este proyecto es abrir esta información y difundirla especialmente para personas que no son técnicos ni conocedores de la ornitología. La información que presentamos es una básica, entonces la idea es hacerla disponible a los miembros de la comunidad universitaria del Recinto, a los empleados, a los visitantes, y a la comunidad”, explicó Delannoy Juliá.
De hecho, la guía incluye una explicación de cada especie, dónde se observa en el campus y fotos de las aves, que organizan en siete categorías: de arboledas y franjas de bosque; de patios y espacios abiertos; de la Quebrada de Oro; autóctonas; residentes; exóticas e inmigrantes invernales.
Precisamente, Delannoy Juliá acompañó a Prensa RUM en un recorrido mañanero por la Quebrada de Oro -cerca del Coliseo Rafael A. Mangual- donde, según explicó, conviven alrededor de 27 especies.
Allí, el playero guineilla menor, un ave acuática que anida en Alaska y Canadá, llegó hasta la calidez del suelo colegial para pasar unos meses. También, estaba el chorlito sabanero, que ya se ha mudado a Puerto Rico permanentemente y es uno de los visitantes frecuentes de la Quebrada.
Y ya que el cuerpo de agua sirve como abrevadero para otras especies que no son acuáticas, en el recorrido también se observó en los predios de la Quebrada a la viuda colicinta, un pequeño pajarito blanco y negro de pico rojo, que se introdujo de África a la Isla por el mercado de mascotas.
En el camino revoloteaban en danza de apareamiento dos tórtolas aliblancas, que se distinguen por tener una mancha azul alrededor de su ojos. Mientras, se escuchó al pájaro carpintero de Puerto Rico, que de primera instancia no se dejó ver, pero luego apareció tímido en unos de los árboles aledaños al lugar.
Cercano al estacionamiento lateral del Coliseo, en un árbol de úcar, anidaba con su cría recién nacida una paloma turca. Mientras, alardeaba de su presencia con ninguna chispa de timidez un zorzal pardo, ave muy adaptada a las zonas urbanas y que no se inmuta ante la presencia del ser humano.
“El Recinto es como un santuario, aún cuando está en medio de la ciudad, es un oasis, se presta muy bien para recorridos para los niños, las familias, las escuelas y visitantes”, indicó.
De hecho, agregó que la observación de aves es una actividad que ha cobrado mucho auge en la Isla. “Hay asociaciones que se han constituido para disfrutar de este recurso vivo, se ha convertido en una actividad ecoturística. Puerto Rico debe aprovechar esta situación de que tiene una avifauna muy rica de sobre 350 especies de aves, tendría un potencial extraordinario”, afirmó al asegurar que el Colegio podría ser uno de esos puntos de observación.
Asimismo, destacó la importancia de estos seres alados para el entorno natural. “Las aves no son meramente animales bonitos porque tienen un plumaje llamativo y un canto muy bonito, tenemos que recordar que las aves al consumir las frutas, las ingieren y luego botan la semilla y son agentes de dispersión. Eso significa que están haciendo un servicio ecológico para propagar especies vegetales que es la manera en que muchas de nuestras áreas se reforestan”, explicó.
Desde changos hasta cotorras
Sin duda, una de las aves más comunes dentro del campus son los mozambiques, también conocidos como changos. Se les observa caminando relajadamente, entre los universitarios en todos los patios interiores del Colegio.
“El chango es el pájaro más frecuente y es tan sagaz que si se deja descuidada la comida en la cafetería, se la come. De manera, que es un ave que se ha adaptado muy bien a los ambientes urbanos y que anda en busca de alimentos continuamente”, aseguró el profesor. “Vamos a tener changos pa’ buen rato”, dijo de forma jocosa.
Mientras los mozambiques se observan por doquier en el RUM, existen otras especies exóticas más difíciles del observar, entre ellas la cotorra cabeciblanca, que se ha establecido especialmente en las palmas frente a los edificios de Celis y Monzón.
“El Recinto tiene una población pequeña de unas 20 cotorras que no son nativas de Puerto Rico, fueron introducidas de Latinoamérica, pero naturalizadas en la Isla y ya son parte de nuestra fauna”, explicó.
Precisamente, fue el mismo profesor quien construyó unas cajitas que le sirvieron como hogar a estas aves. “Ya se ha convertido en una cotorra colegial porque es verde”, sostuvo entre risas.
Otro que también tiene destellos de verde colegial, pero que es muy difícil de observar es el San Pedrito, una de las nueve especies autóctonas de Puerto Rico que mora en el Recinto. Se observa en los alrededores de la Universidad, especialmente en la Finca Alzamora.
Pájaros digitalizados
Aunque Delannoy Juliá llevaba ya casi tres décadas recopilando y organizando la información relacionada con las aves del RUM, no la había publicado. Fue allí, que Mari Mutt, quien se ha especializado en libros electrónicos, tuvo un rol importante, según resaltó.
“Estoy muy agradecido con el doctor Mari Mutt porque él me estimuló a que este trabajo se lograra" me invitó a publicarlo de manera digital”, enfatizó.
Una de las ventajas de los textos digitales es la posibilidad de actualizar constantemente el contenido. Asimismo, se abre el conocimiento de forma gratuita a todos los interesados en conocer sobre el tema.
Al igual que en las publicaciones anteriores de Mari Mutt, Aves del Recinto Universitario de Mayagüez, cuenta con una selección amplia de fotos que le permiten al lector identificar las especies.
“Hay muchas fotografías, que va a ser probablemente lo más valioso para el usuario. En este caso hay fotografías de ambos y hasta de muchísimos otros fotógrafos. Las aves no son fáciles de retratar porque se mueven de un sitio a otro, así que tuvimos que depender de material que aportaron otros fotógrafos”, explicó, por su parte, Mari Mutt.
En este año del Centenario del RUM, ambos profesores exhortaron a la comunidad colegial a observar la naturaleza que rodea el campus.
Vídeo Reportaje
El libro, Aves del Recinto Universitario de Mayagüez documenta unas 69 especies que conviven en el campus, entre ellas la garza real que visita el estanque ubicado frente al Edificio Monzón.
Foto Mariam Ludim Rosa Vélez/Prensa RUM
El texto es producto de casi tres décadas de investigación del doctor Carlos Delannoy, del Departamento de Biología.
La publicación se presentó en la Sala Álvarez Nazario del RUM.
Fotos Carlos Díaz/Prensa RUM
Desde la izquierda, los doctores José A. Mari Mutt y Carlos Delannoy.
Foto suministrada
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