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viernes, 18 de marzo de 2011
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El Centro de Desarrollo Preescolar del RUM utiliza un currículo que emerge de las inquietudes de los niños y niñas. |
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Son de los primeros en arribar al campus, con ojos aún soñolientos y ataviados impecablemente con el verde que simboliza su alma máter. Reciben atentos las instrucciones impartidas, discuten los valores nutricionales del desayuno que van a tomar y luego se agrupan en asamblea para conversar sobre las condiciones del tiempo, la fecha y los temas que les apasionan. De repente, se acomodan en forma de órbita y toman el puesto, en estricto orden, de cada uno de los planetas, los cuales recitan de memoria al compás de una canción. No es un salón de clases convencional, pues sus apenas tres pies de estatura los delata. Y aunque oficialmente no son universitarios, se han ganado a pulmón el título de colegiales.
Así es la rutina mañanera de los 38 niños y niñas que forman parte de la matrícula actual del Centro de Desarrollo Preescolar del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), que abrió sus puertas a Prensa RUM para dar a conocer los servicios que ofrece a la comunidad universitaria desde sus inicios hace 11 años.
Su directora desde entonces, Maribel González, explicó que originalmente el Centro surgió como parte de la inquietud de los grupos sindicales del Recinto, en específico la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes (HEEND), ante la necesidad de un servicio de cuidado diurno para los hijos del personal.
“Las organizaciones sindicales y la administración universitaria vieron como necesario y beneficioso que los empleados tuviesen un centro de desarrollo de destrezas donde pudieran tener a sus hijos, pero a la vez que fuera cerca de sus áreas de trabajo, accesible al empleado, con la comodidad de poder venir al Centro y que se sintiera parte del proceso educativo de sus hijos”, relató la Directora.
Así fue como se dio forma y estructura a esa misión, que comenzó hace más de una década en el Edificio B con apenas 13 párvulos. Muy pronto, el compromiso de todos sus componentes logró que se fortaleciera y se convirtiera en un robusto Centro con sus propias instalaciones diseñadas para cumplir con las necesidades y los estándares requeridos para desarrollar las destrezas de niños entre las edades de tres a cuatro años.
Hoy día, ubicados en lo alto de la avenida colegial Las Marías, cuentan con una infraestructura que les permite atender hasta 48 infantes, hijos e hijas de empleados no docentes y de profesores. Con un personal integrado por cuatro maestras, todas con título de maestría en Desarrollo Preescolar y licenciadas por el Departamento de Educación, el Centro trabaja con un innovador currículo cuyo fin es preparar a sus discípulos para que salgan listos a cursar el kindergarten de la escuela primaria.
“Cuando se creó el Centro, utilizábamos tres currículos como base: el currículo creativo de Head Start; Niñas y niños que exploran, de la doctora Ángeles Molina Iturrondo; y un currículo que se creó en el Jardín de Infantes Maternal del Recinto de Río Piedras (de la Universidad de Puerto Rico). A partir del año pasado, hemos estado iniciándonos con el Currículo emergente y se llama así porque emerge precisamente de las necesidades y de los intereses de los propios niños”, enfatizó González, quien también posee dos grados de maestría en Educación Especial y Educación Preescolar.
La Directora detalló que a principios de cada año académico se realiza una votación con los niños sobre los temas que quieren aprender. Este semestre, por ejemplo, se seleccionaron los planetas, los animales salvajes y los animales de la granja, tópicos en torno a las cuales las maestras preparan todas sus dinámicas y lecciones para asegurarse de que adquieran las destrezas requeridas como agarrar, pintar, la prelectura, exponerlos al lenguaje impreso, así como actividades motoras, gruesas y finas, entre otras.
González enfatizó que para lograr estas metas, integran una serie de actividades curriculares y extracurriculares que refuerzan el componente educativo y que además tienen la ventaja de tener accesible dentro del Recinto. De esa manera, visitan el Planetario o hacen un recorrido por el Zoológico, por mencionar algunos ejemplos. Asimismo, se crea un vínculo entre los pequeños colegiales y la comunidad universitaria porque ellos forman parte de los actos de celebración tradicionales.
“Nosotros creemos en el desarrollo integral del niño, que se nutra de actividades que vayan relacionadas con todas las áreas del desarrollo: el motor, el físico, el social, el emocional, el cognoscitivo; que más que leer y escribir, a través del juego y actividades concretas pueda fortalecer su carácter y su aprendizaje de manera que cuando sale de aquí se va con todas las destrezas necesarias”, aseguró.
Una de las maestras que también está convencida de esa fórmula ganadora es Evelyn Flores Rivera, quien pertenece al equipo de trabajo desde que comenzó a operar el Centro y cuya experiencia describe como una llena de gratificaciones en la que el proceso de aprendizaje ha sido mutuo.
“Recomiendo este Centro por el método de enseñanza que se da, se toman en consideración las necesidades de cada niño. De hecho, el estudiante es quien nos sirve de facilitador para desarrollar nuestro currículo diario. Nos involucramos en todo el proceso con ellos. Pasamos a ser el hogar extendido”, expresó.
La casa de las 38 dulces voces
La confabulación entre todo el equipo de trabajo, integrado por su directora, las maestras, una asistente administrativa y un empleado de mantenimiento, es evidente. De hecho, desde la entrada se respira un ambiente de paz, como el de un hogar cálido con un silencio ordenado que solo es interrumpido por 38 dulces voces.
Llama la atención cada detalle de la decoración, el orden, la limpieza, los colores brillantes y la organización de los diminutos casilleros, las mesas, las sillas, y los diferentes rincones de juego. Sobre este particular, la Directora explicó que el ambiente se recrea de manera intencional para que logren sentirse libres, cómodos y seguros.
El costo, que a su juicio es mucho más económico que otros lugares privados, incluye el servicio de desayuno y almuerzo diseñado por una nutricionista. Su horario es desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, periodo en el cual realizan actividades pasivas como leer cuentos, y otras de carácter activo, como tiempo de juego en el patio y juegos espontáneos.
Para González, uno de los mayores atractivos es la cercanía que tienen los padres y madres con sus hijos, al tenerlos literalmente a solo pasos de su centro de trabajo.
“Hay experiencias que merecen la pena vivirlas porque se ha probado que el mayor beneficio en el desarrollo del ser humano lo va a tener el niño en sus primeros cinco años de vida. Nosotros como adultos podemos participar de esos primeros años sintiéndonos parte de ese crecimiento, de ese progreso. Va a ser una aportación para toda su vida”, reiteró.
De hecho, para esta educadora que ha atendido a sobre 500 niños y niñas en la trayectoria del Centro, ese vínculo se torna especial porque siente que sembró una semilla literalmente verde en el corazón de quienes tal vez conformen una próxima generación de universitarios en el RUM.
“Hemos tratado de poner ese granito, les enseñamos a cantar el Alma máter y ellos lo cantan y gritan al final, ¡Colegio!, ya son parte de las tradiciones que nos identifican”, puntualizó.
El proceso de admisión culmina a finales de marzo para ser considerados para el próximo año escolar. Los padres y madres interesados deben visitar el Centro o su página de Internet en http://www.uprm.edu/preescolar.
Vídeo Reportaje
Las maestras Carmen M. Chaparro y María de los A. Ruiz junto al grupo rojo, de los niños más pequeños.
El grupo azul, integrado por los alumnos en su mayoría de cuatro años, junto a las educadoras Evelyn Flores y Omayra Torres.
El Centro prepara a sus discípulos con las destrezas necesarias para cursar el kindergarten.
En esta actividad, los niños aprenden sobre los planetas a través de juegos y canciones.
El equipo de trabajo del Centro. Desde la izquierda, Miguel A. González, empleado de mantenimiento; Evelyn Flores, Omayra Torres; la directora, Maribel González; Carmen M. Chaparro, María de los A. Ruiz; y la asistente administrativa, Damaris González.
Fotos por Carlos Díaz / Prensa RUM
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