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viernes, 6 de febrero de 2009 [ english version ]
El agua de la lluvia clama su ruta natural hacia las quebradas o ríos y, en su paso, arrastra lo que encuentra. Eso incluye basura, aceite de carro y sedimento, entre muchos otros elementos. Precisamente, con el propósito de proteger los cuerpos de agua, el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), está en proceso de implantar y dar a conocer el Plan de Manejo de Aguas de Escorrentías o de agua de lluvia.
El ingeniero Wilson Ortiz, de Edificios y Terrenos, es el coordinador del proyecto, cuyo propósito es reducir las descargas de contaminantes que llegan a estos cuerpos de agua cercanos al Recinto y, por ende, a otros del Oeste como el Río Yagüez y la Bahía de Mayagüez.
De acuerdo con Ortiz, esa contaminación se genera a través de distintas fuentes como lo son las áreas de servicio, en las que se realizan trabajos de mecánica, laboratorios, el derrame de aceite y gasolina de los autos que transitan en el Recinto, la pintura de los edificios y hasta las hojas y la grama que no se recogen luego de podar un área.
“Estamos ahora en la fase de divulgar todo lo que se está haciendo para que la comunidad universitaria conozca cómo nos puede ayudar a poner su granito de arena a resolver esta problemática”, aseguró el funcionario, quien adelantó que próximamente se ofrecerán consejos y medidas preventivas a través de vídeos y notificaciones electrónicas.
El esfuerzo, que se encuentra en el segundo de los cinco años estimados para completarse, identificó en su etapa inicial las áreas que necesitan atención y las posibles soluciones, muchas de las cuales ya se han puesto en marcha.
Para ello, ha contado también con la colaboración de dos entidades del Recinto: el Instituto de Investigaciones sobre Recursos de Agua y Ambiente de Puerto Rico, a cargo del doctor Jorge Rivera Santos; y la Oficina de Salud y Seguridad, que dirige Roberto Torres Martínez.
Asimismo, se han integrado los estudiantes de Ingeniería Civil, quienes han trabajado a través de algunos cursos académicos en la tarea de levantar los datos de campo y los mapas de las tuberías pluviales. Esa información ha sido fundamental en el proceso, aseguró Rivera Santos, porque es necesaria en la programación de modelos matemáticos que desarrolla el Instituto de Agua para analizar las escorrentías en el Recinto y de qué manera se transportan los contaminantes.
“Nuestra participación está dirigida a la parte técnica, en la que tenemos que analizar de una manera científica cómo las aguas de escorrentías se mueven hacia los puntos de descarga. En este caso, el cuerpo primordial que estamos tratando de proteger es la Quebrada de Oro”, precisó el científico.
El Plan de Escorrentías responde a los requisitos de la Ley de Aguas Limpias de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Esa disposición otorga un permiso que regula y prohíbe que ciertos tipos de contaminantes entren en contacto o sean arrastrados por las aguas de escorrentía que corren por el sistema pluvial y son descargadas en los cuerpos de agua.
“Esto es extremadamente importante porque el agua es la vida y si nosotros contaminamos las aguas estamos acabando con la vida, no solamente la vida acuática ni los ecosistemas, sino nosotros como parte de esos ecosistemas”, reiteró Rivera Santos.
El programa consta de seis elementos básicos que incluyen: la participación pública extendida; un programa de educación; la identificación y eliminación de descargas ilícitas; el control de aguas de escorrentía en la construcción y en estructuras existentes; así como la prevención de contaminación y buenas prácticas de orden y limpieza.
Uno de los componentes a los que se le ha dado bastante atención es un plan de control de la erosión y sedimentación que se producen como consecuencia de los proyectos de construcción en el Recinto.
“Como hay que preparar la superficie para la construcción, remueven la capa vegetal y esto provoca grandes cantidades de sedimento que se depositan en la quebrada”, explicó el ingeniero Ortiz.
Agregó que como medidas para contrarrestarlo, realizan limpiezas de ese cuerpo de agua dos veces al año y utilizan el sedimento para crear composta en la Finca Alzamora. De igual forma, se ofrecen talleres a los contratistas de los proyectos, en los que ya se observan algunas medidas de control como unas barreras plásticas que se colocan en las verjas para evitar la erosión.
Ortiz señaló que hay acciones sencillas que todos los colegiales pueden realizar como, por ejemplo, no tirar basura al suelo por más pequeña o insignificante que parezca y corregir los derrames de aceite de los carros. En su hogares, las personas deben tapar los zafacones de basura y recoger la grama luego de cortarla.
“Es bien importante que el Recinto desarrolle este plan y lo ponga a funcionar para que nosotros, como institución que estamos generando ciencia y desarrollando tecnología, seamos ejemplo para la comunidad en la protección del ambiente. Esa conciencia queremos pasarla a nuestros estudiantes y que cuando salgan de aquí proclamen ese control y cuidado del ambiente”, enfatizó el director del Instituto de Agua.
Para más información sobre el Plan de Escorrentías acceda a http://www.uprm.edu/manejodeaguas.
Vídeo Reportaje
El ingeniero Wilson Ortiz y el doctor Jorge Rivera Santos observan una foto del campus con las tuberías pluviales trazadas.
El programa incluye un plan de control de erosión y sedimentación, como la que se observa en esta imagen de la quebrada.
El Plan de Manejo de Aguas de Escorrentías pretende reducir las descargas de contaminantes que llegan a los cuerpos de agua cercanos al Recinto.
Como medida para controlar las aguas de escorrentías en los proyectos de construcción, se ofrecen talleres a los contratistas para orientarlos sobre las buenas prácticas.
Fotos por Carlos Díaz / Prensa RUM
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