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viernes, 24 de octubre de 2008 [ english version ]
Mi árbol brotó, mi infancia pasó,
hoy bajo su sombra que tanto creció,
tenemos recuerdos mi árbol y yo.
Alberto Cortez
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El doctor José A. Mari Mutt junto a una inmensa caoba ubicada en el cuadrángulo histórico del Colegio. Foto Mariam Ludim Rosa |
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Siluetas majestuosas que con su verdor alcanzan el cielo. Desde mi ventana, los observo todos los días. En estos momentos reciben la caricia de la lluvia vespertina mayagüezana. Estoy segura que eso les alegra.
Hay uno justo frente a mi ventanal y aunque lo miro a diario, hoy decidí prestarle atención. No sabía su nombre, hoy descubrí que se trata de una sexagenaria caoba que fue sembrada poco después de finalizada la construcción del edificio Monzón, donde está ubicada mi oficina.
Sentí una curiosidad enorme de saber los nombres de los árboles que rodean mi oficina. Llamé por teléfono al doctor José A. Mari Mutt. Esta semana salió publicado su libro electrónico Árboles del Recinto Universitario de Mayagüez. Le pregunté: ¿Cuál es el nombre del árbol que veo desde mi ventana? Muy amablemente me contestó que pasaría por Monzón para indicarme.
Fue así que me enteré que el verde que pinta mi cielo tiene los nombres de samán, robles, mamey y pino australiano, entre otros inmensos árboles que se enlazan en las alturas. Éstos, son una muestra de los aproximadamente tres mil árboles que coexisten en el ya casi centenerario campus universitario.
Mari Mutt, quien es biólogo, me relató que su motivación para escribir este libro surgió luego de una presentación de su publicación anterior Maderas de Puerto Rico. En esa ocasión un colega le comentó que para él, todos los árboles eran iguales.
“En esos momentos pensé que nuestro Recinto no tenía una guía, algo escrito que le permitiera a los visitantes, estudiantes y profesores conocer los árboles e identificarlos”, me dijo.
Recordé que en, varias ocasiones, había visto al profesor por el campus con una cámara en mano. Precisamente, retrataba árboles y ahora esas fotos -700 aproximadamente- se encuentran disponibles en la publicación, que ofrece una explicación de cada especie.
“Ahora el Recinto tiene una herramienta que le va a permitir al Departamento de Biología desarrollar unas estrategias nuevas en sus laboratorios. Podrían tomar áreas del Recinto y pedirles a los estudiantes que identifiquen los árboles como parte de un proyecto”.
En su libro, ubicado en el portal http://arbolesrum.info, descubrí que solo un cuatro por ciento de los árboles del Colegio son endémicos -una especie local que no existe en otro lugar- como lo es el hermoso árbol de violeta. La mayoría son especies exóticas que trajeron profesores de diferentes viajes alrededor del mundo.
¿Cuál es su árbol favorito?, le pregunté al profesor. Sin pensarlo dos veces, me contestó que el árbol de cojóbana. Solo hay uno en el Recinto y está ubicado frente al Edificio de Piñero. “Las hojas de ese árbol, para mí son las más lindas porque parecen plumas, tienen tantas hojuelas secundarias que son miles”.
Un dato curioso del singular árbol es que con sus semillas los taínos producían el polvo alucinógeno que utilizaban para comunicarse con los espíritus. Tal como la cojóbana, cada árbol tiene su particularidad que marca añoranzas y vivencias.
“Los árboles tienen historias distintas, algunas muy interesantes. Son árboles que durante muchos años uno les pasa por el lado”. Ése es el caso de un tamarindo ubicado en las escaleras denominadas la “cuesta del Calvario” que fue sembrado en 1910 con motivo de la conmemoración del Día del Árbol. “¿Te imaginas las generaciones de estudiantes que han pasado por allí?”, me preguntó sin esperar respuesta.
Sí, más que imaginarlos los observo desde mi ventana. Un chico acostado sobre la alfombra natural leyendo un libro bajo la sombra de un roble. Los que se congregan para alabar cerca del lapacho negro. Y los que navegan por el ciberespacio debajo de una enorme caoba.
Inmensos seres que nos obsequian frescura, sombra y hasta complicidad. Testigos vivos de 97 años de historia. Son los árboles del Recinto Universitario de Mayagüez.
Mi árbol quedó y el tiempo pasó...
Hoy bajo su sombra que tanto creció...
tenemos recuerdos mi árbol y yo.
Vídeo Reportaje
Vista desde mi ventana en el edificio Monzón. Foto Mariam Ludim Rosa
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Solo hay un árbol de cojóbana en el Recinto y está ubicado frente al Edificio Piñero. |
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Árbol de roble blanco localizado al Este del edificio de Enfermería. |
El lapacho negro está cerca de la residencia oficial del Rector.
Las flores del árbol de violeta.
Fotos tomadas del libro electrónico Árboles de Puerto Rico.
Niños abrazan el tronco de un septuagenario árbol de canoa ubicado en TARS. Foto de Archivo
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