Dialogan sobre el biocombustible
Dialogan sobre el biocombustible
Por Idem Osorio
iosorio@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 18 de julio de 2008

Sembrar para cultivar alimentos o para producir combustibles. Se trata de un debate a nivel mundial que se ha intensificado no sólo por la crisis alimentaria que se augura, sino por la necesidad de usar fuentes de energía renovable que alivien los problemas ambientales del planeta.

Con el propósito de arrojar luz sobre ese dilema desde diversas disciplinas, el Instituto Tropical de Energía, Ambiente y Sociedad (ITEAS) del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) celebró recientemente el primer Diálogo colegial sobre biocombustible.

De acuerdo con el director de ITEAS, doctor Efraín O’Neill, el Recinto se ha destacado como líder en el desarrollo de tecnologías asociadas a estos combustibles que son derivados de organismos vivos o del desperdicio que éstos producen. Por ende, explicó, es importante que la comunidad académica defina su postura sobre el tema, precisamente por tratarse de un grupo multidisciplinario.

“Queremos usar el peritaje en las respectivas áreas de interés para desarrollar un marco de referencia de este concepto e integrar las diferentes visiones. Nuestro objetivo es que podamos llegar a conclusiones concretas, a acciones específicas y seguir insertándonos en el proceso de desarrollo de política pública energética para Puerto Rico”, destacó el catedrático durante su mensaje de apertura.

La actividad, moderada por el doctor Héctor Huyke, del Departamento de Humanidades, inició con el panel Construcciones disciplinarias acerca de biocombustibles integrado por los doctores José Anazagasty, de Sociología Ambiental; José Colucci, de Ingeniería; y José E. Martínez, de Sociología de la Agricultura. Los panelistas ofrecieron un marco conceptual sobre el tema desde sus respectivos campos académicos.

A juicio de Anazagasty, quien imparte cátedra en el Departamento de Ciencias Sociales, el análisis de la producción de biocombustible y la creación de política pública sobre el particular requiere examinar la economía del País, el mercado capitalista al cual está circunscrito, el estado de la agricultura, la relación con Estados Unidos, las luchas ambientales y la educación, entre otros.

“Aunque en términos de su impacto ambiental, la producción de biocombustibles es menos dañina que la producción y consumo de petróleo, algunos comienzan a argumentar que éstos podrían tener serias consecuencias como el desvío de cosechas de alimentos y la transformación de espacios ricos en biodiversidad para producir biocombustibles”, precisó el sociólogo.

Agregó que como parte de ese proceso de producción se contempla la liberación de gases de invernadero, la contribución al calentamiento global y la contaminación de los suelos y de los cuerpos de agua. Asimismo, destacó que podría intensificar las desigualdades sociales y económicas.

“El desarrollo de política pública adecuada, con respecto a los biocombustibles y otras fuentes de energía, requiere reconsiderar la eficacia de los canales gubernamentales, la neutralización radical de la toma de decisiones en Puerto Rico, la participación de numerosos actores sociales y una regulación del sistema energético con cautela y precaución”, enfatizó Anazagasty.

Por su parte, el doctor José Colucci, decano asociado de Investigación de la Facultad de Ingeniería, argumentó desde el punto de vista tecnológico que aunque la controversia sobre los biocombustibles es un tema a nivel mundial, Puerto Rico debe enfocarse en las peculiaridades que resuelvan sus problemas específicos.

Como ejemplo, el ingeniero destacó la diversidad que existe dentro de los biocombustibles que van más allá del etanol y la importancia de analizar aquéllos que respondan a las necesidades del País. De igual forma, agregó que como consecuencia del alza en el petróleo hay una gran cantidad de tecnologías disponibles para transformar la biomasa en energía.

“Tecnología hay, es cuestión de mirar los aspectos ambientales, sociológicos y tecnológicos para ver cuál es la mejor que aplica a las situaciones del entorno que estamos trabajando”, explicó.

Colucci añadió que la producción de biocombustibles está atada a otros problemas sociales como, por ejemplo, el abasto de agua. Señaló que por si fuera poco, esta forma de energía también compite con necesidades más apremiantes como la de alimentos por lo que hay que contemplar el asunto desde todas esas perspectivas.

“Cada pie cuadrado cuenta y tiene que competir por las necesidades primarias del País. Ahora vamos a tener que decidir como pueblo cómo usamos un pie cuadrado, para crecer una planta que me dé combustible o crecer una planta que me dé vida o materia prima. Toda medida que utilicemos tiene que estar atada a unos planes agresivos de conservación y eficiencia”, manifestó.

Colucci opinó que si Puerto Rico se inserta eventualmente en ese mercado debe contemplar el concepto de la biorefinería en la que se utiliza toda la planta que se siembra. Además, destacó la microalga como la entidad biológica que más rápido produce compuesto carbónico, pero aclaró que es sólo un ejemplo de las plantas que se pueden considerar en la producción de biocombustibles.

Por su lado, el doctor José E. Ramírez, profesor del Departamento de Economía agrícola y Sociología rural de la Facultad de Ciencias Agrícolas, coincidió en el hecho de que tanto la discusión de los biocombustibles en Puerto Rico como la crisis de alimentos no se pueden desvincular de la economía política global.

“En el campo de las ciencias agrícolas estamos interesados en enfocarnos en cómo utilizar mejor nuestros recursos para sostener a nuestra población. Vemos a través de la historia de Puerto Rico que ha habido transformaciones radicales de un sistema agrícola hacia uno de manufactura y tecnología”, recordó el catedrático.

Ramírez advirtió que la crisis de alimentos y la polémica por la producción de estas fuentes de energías alternas deben propiciar una reflexión profunda que desemboque en una soberanía alimentaria, un concepto “indispensable” para cualquier país.

El sociólogo planteó a la audiencia una serie de interrogantes como, por ejemplo, cuánto terreno se necesita para producir energía y alimentos; qué cantidades de éstos hacen falta; cuál va a ser el mercado de trabajo; quién lo va a producir; y dónde se va a mercadear, entre otras.

El diálogo colegial continuó con asuntos más específicos como: aplicaciones, biocombustibles como estrategia de desarrollo económico y la controversia de comida versus combustible. Los doctores Govind Nadathur, del Departamento de Ciencias Marinas, y Arup Sen, gerente ejecutivo de la compañía Sustainable AgroBiotech LLC (SABI) hablaron sobre las tecnologías que están desarrollando para producción de biocombustibles. Mientras, el economista José Alameda disertó sobre los biocombustibles como estrategia de desarrollo económico. De igual forma, se abordó el dilema de la producción de combustible versus la producción de alimentos.

La audiencia, integrada por representantes de todos los componentes universitarios, tuvo participación amplia a través de diversos turnos en los que presentaron sus recomendaciones.

“Este primer diálogo permitirá el desarrollo de estrategias, estructuras y contenidos que viabilicen la comunicación con otros sectores”, aseguró O’Neill.

Para más información sobre el diálogo y otras actividades de ITEAS favor de acceder su página en: http://iteas.uprm.edu.

La doctora Sandra Cruz Pol tuvo una participación en el conversatorio.
La doctora Sandra Cruz Pol tuvo una participación en el conversatorio.

El economista José Alameda disertó sobre la crisis global de alimentos.
El economista José Alameda disertó sobre la crisis global de alimentos.

La audiencia contó con representación de todos los sectores universitarios.
La audiencia contó con representación de todos los sectores universitarios.

Fotos por Carlos Díaz / Prensa RUM