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viernes, 21 de diciembre de 2007
El cardenalito cruzó el ancho mar
Cruzando fronteras llegó hasta Belén
Y le dijo al niño que aquí en Puerto Rico
Toditos los niños lo adoran también
Toditos los niños lo adoran también.
Adelys Freites
Con inocencia, timidez y brillo en los ojos, los niños y niñas bailaron al ritmo de pegajosa música navideña. Acomodados en dos filas, los pequeños ataviados como jibaritos puertorriqueños mostraron sus dotes artísticos e iluminaron como estrellitas el comienzo de la época festiva.
De esa manera, el Centro Preescolar del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) celebró su Primer Encendido de Navidad el pasado 3 de diciembre de 2007. Los pequeños colegiales fueron los protagonistas de la actividad, organizada por el personal del Centro y concurrida por las madres, los padres y familiares de la comunidad universitaria.
“Como sabemos que el niñito Jesús transmite alegría en esta Navidad, queríamos regalarle un pedacito de ese sentimiento en este encendido. Que la felicidad de las luces y de nuestros niños llegue a todos sus hogares”, expresó Maribel González, su directora, en su mensaje de bienvenida al acto, en el que se prendieron las luces del tradicional arbolito.
La simbólica iluminación se suma a otras actividades que celebra el Centro Preescolar del RUM durante todo el año y que forman parte de su filosofía de ofrecer al niño un entorno seguro, saludable y retador complementado con conceptos que fomenten la identidad y el conocimiento de la cultura puertorriqueña.
Pasos chiquitos con huellas gigantes
Según relató González, la idea de crear el Centro fue de las organizaciones sindicales del Recinto ante la necesidad de proveer un servicio de cuidado diurno para los hijos de empleados. Con ese propósito, inició hace ocho años el esfuerzo que se transformó de inmediato en una entidad educativa más formal.
“A través de los años fue tomando un giro más orientado hacia el desarrollo preescolar, más académico, de desarrollo de destrezas de los niños a la par con ese propósito”, explicó González, quien ha dirigido la encomienda desde entonces.
De esa manera, el equipo de trabajo adoptó un currículo en el que la interacción del niño con su ambiente es el elemento principal de su desarrollo cognoscitivo. Asimismo, su filosofía toma en cuenta la individualidad de cada niño para fomentar el aprendizaje y aumentar su autoestima.
González destacó que las seis maestras del Centro cuentan con licencia del Departamento de Educación en el nivel de desarrollo preescolar y cinco de ellas poseen grados de maestría. La Directora, quien también tiene dos grados de maestría en educación especial y educación preescolar, enfatizó en la importancia de la preparación y experiencia en el personal que educa en esa etapa entre tres y cinco años de edad.
“Las personas que trabajan con niños de edades pequeñas tienen que tener una vocación extraordinaria porque no es solo la labor educativa, sino que tienes que a veces dejar de ser maestro para cambiar un pañal; conocer al niño tan bien que no solo sepas lo que necesita académicamente sino saber si le hace falta un abrazo”, expresó González.
El proceso de admisión comienza en enero cuando se distribuyen las solicitudes. Una vez seleccionados y culminada la etapa de matrícula, se les ofrece a los niños una prueba de cernimiento para ubicarlos en subgrupos de acuerdo con las destrezas individuales.
Con una matrícula anual de 48 niños, por el Centro han pasado ya alrededor de 500 participantes que salen de allí con las destrezas necesarias para comenzar su grado de kínder. “Más que proveer un servicio, hemos tenido un vínculo, un lazo de afecto, hemos sentado las bases de lo que va a ser el desarrollo social y emocional del ciudadano del futuro”, destacó la Directora.
Uno de los ingredientes para ese éxito, a su juicio, es la gran familia de colegiales que se une en el proceso para que la experiencia de cada niño(a) sea excelente. Y es que a este equipo de trabajo, en el que laboran además una asistente de administración y un empleado de mantenimiento, cuenta con la colaboración de todas las madres y padres que trabajan en el RUM.
“Hemos logrado establecer unos lazos familiares porque todos somos colegiales, todos formamos un equipo y son esos lazos los que enriquecen ese proceso de desarrollo de los niños. La seguridad de ellos, que sientan más que desarrollados, queridos, amados, eso es prioridad”, puntualizó.
Para más información sobre el Centro Preescolar del RUM favor de visitar su página de Internet en http://www.uprm.edu/preescolar.
Los niños del Centro Preescolar dedicaron unos versos a las vocales.
Los pequeños colegiales fueron los protagonistas de la actividad.
Ataviados como jíbaros puertorriqueños, los niños bailaron ritmos navideños.
Los jibaritos mostraron sus dotes artísticos.
El grupo de estudiantes del Centro Preescolar junto a las maestras y la directora (al centro) durante el Encendido.
Fotos Carlos Díaz / Prensa RUM
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