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viernes, 9 de noviembre de 2007
El Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) fue anfitrión recientemente de la conferencia Creciendo en Puerto Rico, en la que se dieron a conocer los hallazgos de un estudio sobre los factores asociados a la violencia, el sexo prematuro, y el abuso de drogas y alcohol entre los adolescentes puertorriqueños.
La actividad fue organizada por la Oficina de Calidad de Vida del Recinto como parte de su misión de fomentar estilos de vida saludables y crear conciencia sobre dichos problemas sociales. Para estos fines, el Colegio recibió la visita de expertos de la Universidad Central del Caribe (UCC) en Bayamón y contó con la colaboración del Ponce Medical College y del Municipio de Mayagüez.
“Este taller tiene como meta hacer un mejor Puerto Rico que es nuestro País, nuestra patria. Y ¿quién es su mayor tesoro? Nuestra juventud. Y ¿quién puede dar ejemplo a esa juventud? Nosotros. Creo que la gente preparada y capacitada como vamos a estar nosotros somos ejemplos importantes y fundamentales para dar ese cambio”, aseguró Vírgen Aponte, directora de la Oficina de Calidad de Vida durante su mensaje de bienvenida.
La conferencia estuvo a cargo de los científicos del Instituto de Investigación, Educación y Servicios de Adicción (IRESA, por sus siglas en inglés), una entidad de la Escuela de Medicina de la UCC que cuenta con cuatro centros de estudios en adicción. Como parte de su componente de investigación, alrededor de 15 profesionales realizan un proyecto desde el año 2002 sobre los factores de riesgo que afectan el desarrollo de los jóvenes de la Isla.
“Nosotros tenemos el único estudio que se ha hecho en Puerto Rico de adolescentes para ver qué niños en las comunidades de alto riesgo pueden salvarse, que tengan buenas notas, que no usen drogas, que no tengan sexo prematuro y que no tengan problemas de violencia. Estamos tratando de ver cuáles son los factores que ayudan a que estos niños puedan salir adelante”, explicó la doctora Rafaela Robles, directora del IRESA y especialista en el área de adicción de drogas y VIH/SIDA.
Robles agregó que se trata de un estudio prospectivo en el que se comenzó a entrevistar a los jóvenes desde los 12 años y que culminará a finales de 2007 cuando éstos alcancen los 18 años. No obstante, destacó que la expectativa del Instituto es extenderlo hasta que cumplan la edad de 25 y tener así un panorama más abarcador de “los riesgos que hay a través del desarrollo del niño que lo ponen en peligro o lo salvan de ser usuario de drogas o violentos”, precisó la socióloga.
De acuerdo con el doctor Juan C. Reyes, epidemiólogo del Instituto, un total de 693 familias de comunidades en riesgo del área metropolitana participan en el estudio, en el que se entrevistan a los jóvenes y a sus padres una vez al año. Según explicó, la muestra está compuesta por hogares cercanos a puntos de drogas en los que viven adolescentes entre 12 y 15 años.
Los investigadores presentaron los resultados del estudio hasta el momento desde la perspectiva del uso de alcohol entre los adolescentes, a cargo del evaluador Tomás Matos; los factores de riesgo asociados a la conducta violenta, por Reyes; las características de la comunidad que contribuyen a la conducta violenta, presentada por el antropólogo Juan L. Negrón; los factores asociados al inicio en conductas sexuales, a cargo de José Calderón; y el desempeño académico en los jóvenes y cómo influyen la escuela, la familia, los pares y la comunidad, presentado por Miguel Cruz.
“Estamos tratando de ver qué factores pueden ayudar o no ayudar a estos niños a desarrollarse en un ambiente sano y que puedan ser mañana buenos profesionales, padres y jefes de familia”, afirmó Robles.
De acuerdo con los datos recopilados hasta el año 2005, en términos generales los adolescentes en hogares, comunidades y ambientes con más problemas sociales son más propensos al consumo de alcohol, drogas y cigarrillo; a presentar mayores conductas de violencia; y a iniciarse en conductas sexuales. Es por ello que, de acuerdo con los expertos, el papel que juega la familia, la comunidad y la escuela es clave en su desarrollo.
“Lo más importante que hemos descubierto es que hay una tremenda necesidad de darle adiestramiento a los padres para que supervisen y hablen de estas cosas con sus hijos en confianza. Que la escuela también tome su parte y que las comunidades también ayuden en esto”, señaló la directora del Instituto a la vez que explicó que se ha comprobado que los adolescentes no tienen el cerebro lo suficientemente desarrollado como para tomar sus propias decisiones por lo que el rol de guía de los adultos es indispensable en esas edades.
Robles instó a los alcaldes municipales, que a su juicio “están más cerca del pueblo”, a que comuniquen los hallazgos a importantes foros como la Legislatura, los Departamentos de la Familia y Educación ya que para el Instituto resultaría muy oneroso “vender este producto”.
El costo del estudio de cinco años de duración asciende a cerca de $3 millones y ha sido subvencionado por el National Institute of Drug Abuse de Estados Unidos. Los investigadores realizarán próximamente el último ciclo de entrevistas.
El evento contó con la asistencia de consejeros, orientadores, profesores, empleados no docentes y estudiantes que se dieron cita en el anfiteatro Ramón Figueroa Chapel.
Vírgen Aponte, directora de la Oficina de Calidad de Vida, da la bienvenida a los asistentes a la conferencia. Sentados de izquierda a derecha, la doctora Rafaela Robles; el evaluador Tomás Matos; y el epidemiólogo Juan C. Reyes. En la parte de atrás, de pie, la moderadora del evento, licenciada Wanda Rodríguez.
Los investigadores del IRESA presentaron los resultados del estudio desde la perspectiva del uso de alcohol y drogas, la conducta violenta, sexualidad, y la influencia de la escuela, la familia, los pares y la comunidad.
La doctora Rafaela Robles, directora del IRESA y especialista en el área de adicción de drogas y VIH/SIDA.
El evento contó con la asistencia de consejeros, orientadores, profesores, empleados no docentes y estudiantes que se dieron cita en el anfiteatro Figueroa Chapel.
Fotos por Carlos Díaz / Prensa RUM
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