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viernes, 26 de enero de 2007
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Dr. Miguel A. Talavera |
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Su intención era convertirse en un científico. Con ese anhelo en mente, el doctor Miguel Ángel Talavera ingresó en 1993 al Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). El primer paso de esa meta lo alcanzó en 1997 cuando obtuvo el grado de bachiller del departamento de Química con el alto honor Magna Cum Laude y con el premio Antoine Lavoisier al mejor estudiante del mencionado departamento.
“Mi mejor recuerdo del Colegio desde el punto de vista académico es el entusiasmo, la sed por conocer y la curiosidad por integrar los principios químicos, físicos y matemáticos para explicar un proceso biológico’, sostuvo el exalumno del RUM.
De hecho, la influencia del Colegio fue más allá del aspecto curricular ya que su participación en el programa Minority Access to Research Careers (MARC), le abrió las puertas para comenzar sus investigaciones -a nivel subgraduado- y proseguir sus estudios doctorales en Yale.
Talavera recibió el MARC Fellowship desde el 1995 hasta el 1997 esta subvención le permitió adiestrarse en la preparación de muestras de coloides de plata con interacción con ADN con compuestos policíclicos aromáticos utilizada en estudios espectroscópicos Raman de intensidad aumentada. Esta investigación la llevó a cabo bajo la tutela del doctor Samuel P. Hernández del departamento de Química.
Precisamente, Hernández describió a Talavera como “el eterno estudiante” al tiempo que destacó su talento como instructor de sus pares. Recordó que cuando su hijo, Samuel Hernández entró en el Colegio “Miguel fue su mentor”. Ahora, vínculos muy estrechos tanto profesionales como personales unen a ambas familias. Hernández, hijo y Talavera coinciden en ser egresados del RUM, en obtener en sus respectivos años de graduación el premio Antoine Lavoisier al mejor estudiante de Química, en graduarse con grados doctorales de Yale y ambos laboran actualmente en Amgen.
“Me encantaría que Miguel fuese mi colega aquí (RUM)”, manifestó Hernández al reiterar las capacidades del joven profesional a quien expresó “le encanta la academia”.
Durante su tiempo en el Colegio, además del MARC Fellowship, Talavera obtuvo el SURF Fellowship del Howard Hughes Medical Institute. Esta beca le permitió hacer un internado en el verano de 1996 en la división de bioquímica del California Institute of Technology.
Remembranzas del alma máter
Además de su prolífica vida académica e investigativa colegial, el ahora científico participó como deportista en intramuros de voleibol y tenis. También estuvo afiliado desde el 1994 al capítulo estudiantil de la Sociedad Americana de Química (ASC, por su siglas en inglés).
“Mi mejor recuerdo del Colegio desde el punto de vista no-académico es de los amigos que hice en el Recinto y dentro del Departamento, los cuales, a pesar de que se encuentran en diferentes partes del mundo, frecuento cada vez que se presenta la oportunidad. En particular, mi mejor recuerdo es ir con tres amigos a presentar nuestros respectivos trabajos de investigación en reuniones nacionales celebradas en Estados Unidos. Estos viajes fueron ‘a real bonding experience’. Al igual que yo, estos tres amigos completaron estudios doctorales en diferentes áreas de ciencias biomédicas”, precisó.
Agregó que cuando coincide con sus amistades ya sea en Puerto Rico, Nueva York, Boston o Chicago “como buenos colegiales nunca falta el juego de dominó con la cerveza fría”.
De regreso a casa
Tras finalizados sus estudios subgraduados Talavera ingresó a Yale con el fin de obtener un doctorado en el área bioquímica y biofísica Molecular. En 2005 cuando logró su grado doctoral escaló otro peldaño en su afán por ser un científico.
“Luego de terminar en Yale, me surgió la oportunidad de trabajar en el área de propiedad intelectual. Por el alto interés que tenía por ese campo, decidí irme a trabajar con el Gobierno Federal”, relató el químico.
Explicó que su función en el United States Patent and Trademark Office (USTPO) consistía en la prosecución de patentes. “Mi función era evaluar si el nuevo ‘invento’ era en realidad novedoso desde el punto de vista científico y ante las leyes y regulaciones federales de propiedad intelectual”, indicó.
Agregó que debido a que una patente es un contrato legal, “el mayor reto fue aprender a pensar, escribir, argumentar e interpretar como un abogado usando la data científica como fuente para formular estos argumentos. Mi experiencia en el USPTO fue muy buena”.
Relató que mientras laboraba en la agencia federal recibió una oferta de Amgen para regresar a Puerto Rico y ocupar el puesto de Process Development Scientist Intellectual Property Scientist.
“Tengo la responsabilidad de transferir productos y métodos de varios sites de Amgen (Colorado, California, Rhode Island y Washington) al site de Juncos y de asegurarme que los nuevos métodos para hacer el producto (en este caso proteínas recombinantes con propiedades terapéuticas) sean implementados en la planta de Juncos apropiadamente”, señaló.
“Mucho de mi tiempo lo dedico a ‘apagar fuegos’ en el área de manufactura e investigar las causas de estos problemas en el laboratorio para así asegurar la eficiencia de los métodos de purificación de las proteínas terapéuticas y la calidad/integridad de dichas proteínas- producto que se vende y se inyecta directamente a un paciente”, explicó el profesional egresado del Colegio quien hoy se desempeña como científico. ¡Misión cumplida!
Permítenos seguir tus huellas... visita el portal de Internet de la Oficina de Exalumnos del Colegio http://www.uprm.edu/egresados.
Talavera se graduó del RUM en el 1997 y obtuvo un grado de bachiller del departamento de Química con el alto honor Magna Cum Laude y con el premio Antoine Lavoisier al mejor estudiante del mencionado departamento.
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