|
|
viernes, 20 de octubre de 2006
La fuga de talentos en Puerto Rico se da mayormente en campos especializados como la ingeniería. Es un fenómeno que puede tener un impacto positivo para el desarrollo del País y que a su vez está matizado de diversas implicaciones económicas, sociales y éticas.
De esa manera se resumen las presentaciones que formaron parte del foro y conversatorio Los cerebros que se van… organizado por el departamento de Ciencias Sociales del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) el pasado 10 de octubre en el anfiteatro Figueroa Chapel. El tema estuvo a cargo de los catedráticos del RUM José Luis Cruz Rivera, de Ingeniería Eléctrica y Computadoras; y Orlando Sotomayor, del departamento de Economía. Completó el panel Juan Giusti, sociólogo, historiador y catedrático en la facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Desde su perspectiva como economista, Sotomayor destacó que la decisión de emigrar depende de las diferencias en remuneraciones y de los gastos que implica el proceso de mudarse a otro país. “Si hablamos específicamente de los flujos migratorios que pueden existir entre Puerto Rico y Estados Unidos hay grandes diferencias de salarios”, apuntó.
De hecho, ilustró ese dato con resultados de encuestas recientes del sueldo promedio de varias profesiones dentro de la ingeniería, administración de empresas y ciencias en Puerto Rico y los que ofrece Estados Unidos en los mismos campos. En la mayoría de los casos presentados, los incentivos de ese país doblan los salarios puertorriqueños.
“Vamos a tener fuga de cerebros de países con distribuciones relativamente equitativas a países con distribuciones relativamente desiguales y no lo contrario”, observó.
En el caso de Puerto Rico, el economista explicó que la distribución de los ingresos y salarios es más desigual que la de Estados Unidos que es uno de los países desarrollados menos igualitarios del mundo. Agregó que según este modelo teórico, los emigrantes puertorriqueños serán personas con relativamente bajos niveles de educación porque provienen de distribuciones más desiguales.
“Desde el punto de vista teórico, la predicción es que no debe haber fuga de talentos de Puerto Rico a Estados Unidos, si acaso debe ser al revés”, precisó. Aclaró que sus datos incluyen solo a la población general porque la fuga de cerebros entre ciertas profesiones y universitarios que prácticamente salen de su graduación con un boleto de avión son casos aislados.
Por su parte, el doctor José Luis Cruz Rivera, quien además se desempeña como vicepresidente asociado de Estudiantes de la UPR, centró su ponencia en cómo la fuga de talentos puede influenciar en la posibilidad de que Puerto Rico transforme su economía basada mayormente en servicios y tecnología a una de conocimiento.
Cruz Rivera expuso que existen dos tipos de fuga de cerebros: una mala y una buena. Explicó que la fuga negativa es la que contribuye al déficit en ciertas áreas de la fuerza laboral especializada que son necesarias para que Puerto Rico alcance sus metas en las economías del conocimiento, mientras que la buena es la que permite a los universitarios puertorriqueños ir a completar estudios graduados o trabajar en Estados Unidos y regresar con años de experiencia. Agregó que esta circulación de cerebros fortalece las diásporas y la posibilidad de que estos egresados alcancen posiciones importantes que eventualmente tengan efectos positivos en Puerto Rico.
“Estamos en medio de una transformación económica, tratando de insertarnos en las economías del conocimiento de forma tal que podamos ser un jugador global y cada talento contribuye”, enfatizó el ingeniero.
Indicó que como parte de esa transformación se ha desarrollado una política de ciencia y tecnología para el País basada en la biotecnología, la industria de salud, farmacia, manufactura, electrónica, comunicación e informática. No obstante, aclaró que es vital que la Universidad asuma un rol proactivo en la otorgación de grados en áreas de desarrollo, en la que muchos países llevan una gran ventaja.
Cruz Rivera informó que una encuesta entre estudiantes graduados de ingeniería del RUM en los últimos tres años, arrojó que de los 1,300 egresados 22% se va a Estados Unidos y un 78% permanece en Puerto Rico. Los que se quedan no necesariamente se desarrollan en su área y contribuyen a la economía del conocimiento.
El catedrático destacó la responsabilidad de la Universidad de Puerto Rico para que sus egresados sean “agentes de cambio”. “Tenemos que capacitar a los mejores profesionales y a la vez crear las condiciones propicias en Puerto Rico para que los que opten por quedarse aporten a la economía del conocimiento y los que decidan irse tengan a dónde regresar y aportar con sus años de experiencia a la transformación del País”, puntualizó.
Por último, el sociólogo e historiador Juan Giusti presentó las dimensiones éticas que tiene la fuga de talentos. Precisó que muchas de las empresas que reclutan a los estudiantes puertorriqueños ocupan la mayor parte de su actividad a asuntos militares por lo que hay que “dar una voz de alerta para aquellos de ustedes que todavía no son cerebros fugados sino fugaces”.
Giusti manifestó que el caso más cercano y reciente es el de Vieques, donde además de la presencia militar había compañías dedicadas a la construcción de productos bélicos. Planteó además el conflicto ético que representa invertir en la educación de los jóvenes puertorriqueños para que sean reclutados por este tipo de empresa.
La doctora Rima Brusi, quien tuvo a su cargo la organización del foro, anticipó que espera que éste se convierta en un evento recurrente porque se trata de un tema sumamente relevante. “Tenemos una economía en desarrollo, vivimos en una sociedad que depende de esa economía y aquí en la universidad y en todas las universidades estamos generando los cerebros que hacen que esa economía ocurra”, sostuvo la catedrática.
Orlando Sotomayor, catedrático del departamento de Economía del RUM, presentó los aspectos económicos que influyen en la fuga de cerebros.
En su ponencia, José Luis Cruz Rivera, catedrático de ingeniería eléctrica del Colegio, explicó cómo la fuga de talentos puede tener un impacto positivo en el País.
El sociólogo e historiador Juan Giusti presentó las dimensiones éticas que tiene la fuga de talentos.
De izquierda a derecha, los panelistas Orlando Sotomayor, José Luis Cruz Rivera y Juan Giusti.
Fotos Carlos Díaz/Prensa RUM
|