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viernes, 28 de mayo de 2004
Por primera vez.
Los remolinos oceánicos (mesoscale eddies) del mar Caribe, estructuras de cientos de kilómetros de diámetro cuya influencia puede alcanzar profundidades de mil metros o más, habían permanecido ajenos a la observación directa hasta que un equipo de científicos del Departamento de Ciencias Marinas del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) realizó una expedición para obtener datos de primera mano sobre estos fenómenos marinos.
Los doctores Jorge Corredor, José López y Roy Armstrong, el profesor Julio Morell y el colaborador externo doctor Jorge Capella, junto con estudiantes graduados de Ciencias Marinas interceptaron uno de estos remolinos a bordo del barco científico Chapman para determinar sus propiedades.
De unos 10 años para acá sabíamos de la existencia de estos remolinos en el mar Caribe pero sólo por evidencias indirectas. Algunos investigadores habían desplegado `cuerpos de deriva -esencialmente boyas con radio- que describían trayectorias en espiral, típicas del movimiento de estos remolinos, explicó Corredor, profesor de Oceanografía Química del Departamento de Ciencias Marinas del RUM.
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Agregó que los satélites de radar rutinariamente captan diferencias en la elevación de la superficie del agua que responden a estos fenómenos porque la superficie del mar se eleva algunos centímetros cuando rotan en el sentido de las manecillas del reloj, pero si van en sentido contrario, se hunde. Es la primera vez, sin embargo, que alguien intercepta un remolino tal en el Caribe y determina su estructura interna.
Más aún, nunca antes se había observado la interacción de estos fenómenos con las corrientes de agua fresca que provienen de los grandes ríos de América del Sur, en este caso el Orinoco.
Los remolinos causan mayor transporte y más rápida dispersión del agua dulce que por ser más liviana, se esparce sobre la superficie del agua salada. La interacción es enormemente compleja y afecta profundamente las propiedades físicas, químicas, biológicas y hasta ópticas, del agua, puntualizó el oceanógrafo.
La expedición, denominada Caribbean Vorticity Experiment, se llevó a cabo del 12 al 19 de agosto del 2003 y sus resultados salieron a la luz este mes en el volumen 85, número 20 de la publicación EOS, Transactions of the American Geophysical Union.
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Esta imagen a color tomada por satélites revela un colosal remolino en el área de la cuenca del Caribe y su interacción con la descarga del río Orinoco.
El estudio se realizó a bordo del barco científico Chapman.
El doctor Corredor, junto a la roseta, explicó que la misma cumple dos funciones: En la parte inferior lleva una serie de sensores que envían la información necesaria para producir perfiles verticales de distribución de las variables de interés que incluyen salinidad, temperatura, turbidez, oxígeno disuelto y clorofila. En la parte superior hay 24 "botellas" de muestreo oceanográficas que podemos disparar desde el barco mediante una señal electrónica y así asegurar muestras de agua a la profundidad deseada, dijo.
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